“…arden
mis espigas
y la lluvia no llega,
las aves dormitan
bajo el sol…”
I
…en
las llamas de la soledad
nos
consumimos,
entregamos
nuestra fe
al
sacrificio
y
sufrimos como mártires
en
el olvido…
mientras
cada quién
esculpía,
con sus manos,
las
infernales desgracias.
II
…en
las llamas del dolor
nos
derretimos y, gota a gota,
nuestro
ser se evaporaba.
Una
nube gris
ascendía…
y caía
en
suaves y cristalinas lágrimas.
III
…en
las llamas del amor
fuimos…
dos y uno,
esa triste llamarada,
una lámpara en el cielo
y
un manchón gris
atisbando
tu ventana
y
ocultando mi mañana.
IV
…en
las llamas febriles
de
un esplendoroso ocaso
los
dos nos fuimos dilatando,
par
de sombras
abiertas
a la noche…
y
negadas a la luz de la alborada.
V
…en
las llamas
de
quién respira y ama
sin
conocer los preámbulos
ni
la métrica de los versos,
sólo
el color del cielo
y
la elevación de las montañas,
se
ama el universo
y
se entrega salmodiada la vida
con
el calor ardiente
del
que suspira… y calla.
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