II
Un leve transgredir de la naturaleza
Ebrio de amor y de tristeza
Haré de los espejos tus reflejos…
Mas me tocará romperlos a lo lejos.
Hacerlos añicos y recoger los pedazos
Una forma de ensamblar tu vitral
De fulgurantes sueños y desvelos
Volver a sentir nuevo lo viejo…
Un ideal del poeta de antaño
Y el mismo del bardo de estos tiempos
Que ansía volar sobre el Parnaso
Descolorido cielo y frío infierno…
Leve carcajada del demonio
Frente a dioses suplicantes…
Cae la noche de los siglos
Bajo el efecto de un vino desbordante.
“Este poema corresponde a una segunda parte de una obra titulada "Silencio Agreste". En ella, el poeta expresa una terrible angustia porque su tiempo se acaba y vienen tiempos nuevos, pero inciertos”
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